sábado, 9 de marzo de 2024

JUST TODAY IN ONE LIFE

 

FIVE YEARS OLD




Tengo cinco años.

Mi padre se ha ido,

ha abandonado a mi madre

por segunda ocasión y esta vez para siempre,

la ha dejado sola…

nos ha dejado solos.

Tengo cinco años.

Soy el séptimo hijo de Teresa y de Zenón

y no existe grandeza alguna en mí.

Suelo subir a la azotea sin que nadie me vea,

me recuesto sobre el cemento y miro al cielo de noche,

las estrellas son luciérnagas-bombillas

colgantes, tan lejanas y sin embargo,

parecieran estar al alcance de mis dedos,

briznas de la luz pendiendo de hilos invisibles,

imagino que cualquiera de ellas podría

en cualquier momento,

venirse abajo, una caída suicida

en el instante menos pensado.

En mi cabeza se reproduce música desde no sé dónde,

desde algún manantial en mi interior presiento,

de a poco la reconozco, ya la conocía, no sé por qué

ya me es tan familiar,

de forma borrosa recuerdo el cuarto movimiento de una sinfonía

escrita por un sordo.

Tengo cinco años,

mi padre se fue

ahora sí para siempre,

abandonó a mi madre,

nos ha vuelto a dejar solos.

Tengo cinco años

no voy al jardín de niños,

mi familia no lo ve necesario,

pasarán algunos años para que yo pueda saber

que existe algo llamado kinder garden.

Enclaustrado en casa

desmadejo mis horas sin la pesadez ineludible

de comprender concepto alguno acerca del tiempo,

sintiendo tan sólo que los días son tan largos

y alcanzan para hacer de todo.

Tengo cinco años.

Invento dibujos acerca de vacas cuadradas

calzando botas cuadradas,

dinosaurios con pies de humano,

burdos cohetes con astronautas encapsulados,

lunas garabateadas con cara de mujer y soles con rostro tirano,

dibujo personitas elípticas con ojos abiertos y azorados,

con rostros de muertos en vida,

así veo a los adultos desde estos cinco años de edad.

A mis cinco años

en un libro,

vi un barco del pirata Francis Drake

y habré de ser capaz de dibujarlo de memoria

hasta que me quede ciego.

Tengo cinco años y hago diminutos aviones con plastilina verde,

los monto en portaviones abruptos de madera y clavos

que clandestinamente construyo

ayudado por las herramientas vedadas de mi padre

y me invento batallas navales donde no muere nadie y nadie se hunde,

creyendo en verdad que el piso azulado y agrietado de la casa,

es un océano que no conoce fin.

Tengo cinco años

y ya tengo bastantes cicatrices y una pierna rota que ha sanado por ahora,

pero que habrá de recordarme ese estropicio óseo

en forma de un dolor recurrente

por los años que me quedan.

Todos los jueves mi madre me lleva a consulta

me tallan la herida y duele

me dicen “qué valiente”

más yo sé que eso no es el peor dolor que conoceré

y que el valor no se mide en cuántas inyecciones o tallones de gasa y desinfectante

seré capaz de soportar.

Me gusta que mamá me lleve a consulta

porque al salir siempre me complace,

pellizcando con magia,

multiplicando los panes y los peces

del gasto familiar

para premiarme con una gelatina de grosella

o un licuado de fresa en el mercado,

con eso me olvido de todo, por ahora.

Tengo cinco años

e ignoro por completo a lo que me dedicaré,

qué o quién habré de ser en el inescrutable futuro,

sólo siento y más frecuentemente presiento,

presiento que mi padre,

quien hoy es un visitante voluble y fortuito,

un día nos abandonará para siempre;

presiento que las letras y la lectura marcarán mis años;

presiento que esa música en mi cabeza,

un día explotará hacia esas estrellas que admiro,

pero de las cuales aun no comprendo su existencia.

Presiento que seré alguien que después se convertirá en nada.

Presiento que Dios estará atento a mis pasos y reirá con mis ocurrencias y manías;

Presiento que jamás me abandonará y que me obligaré a entender

las causas de su silencio.

Presiento que seré un hombre afortunado,

que un día conoceré a esa mujer silente que me ha visitado en sueños.

Sé que conoceré la verdad, la felicidad más pura y absoluta posible.

Sé que sabré amar y que seré amado.

Sé que tendré en mis manos el amor verdadero

y presiento que habré de perderlo

porque el Enemigo no descansa

y se regodea y alegra ante nuestro dolor y nuestra derrota,

se alimenta de la desesperación, de la tristeza y la desolación,

que son elíxires exquisitos para su paladar de bestia antigua.

Tengo cinco años

y sé que habré de ser feliz,

inmensamente feliz por un instante,

tanto como sé que en mi futuro,

me destrozarán sin piedad el corazón,

que quedará agrietado y quebradizo,

agrietado corazón

que vagará ciego, sordo y mudo en el Hades cotidiano,

latiendo más por costumbre que por un ejercicio de la vida…

“te va a romper el corazón pequeño John”

y aún así, juraré que fui feliz

por siquiera y al menos, un instante.

Tengo cinco años,

mi padre se fue

ahora sí para siempre,

abandonó a mi madre,

nos ha vuelto a dejar solos…

Y yo,

llevo un corazón

completamente roto y destrozado

dentro de mi pecho.

Que el Todopoderoso me perdone,

sólo tengo cinco años

y me he quedado

completamente solo.

TEXT BY JOHN K. MARSUPIALIS 

EN EL 9 DE MARZO DE 2024






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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